Se siente muy bien haberle ganado a una Escocia fuerte y asegurarnos un lugar en las semifinales de la RWC Femenina 2025. Tenemos una recuperación de seis días esta semana, lo que significa que el lunes tuvimos un poco más de tiempo a solas para relajarnos, y eso es bastante importante.
En cuanto a lo que hago para desconectar, estuve maratoneando The Handmaid's Tale (El cuento de la criada). Arranqué la primera temporada al inicio del torneo y ya terminé la sexta, así que se puede decir que me obsesioné un poco con la serie. Muchas chicas hacen scrapbooking (libros con recortes), otras prefieren salir a caminar y algunas van a tomar un café. Se trata simplemente de lo que sea divertido y te haga bien en tu día libre; para algunos puede sonar aburrido o monótono, pero para mí es la forma de relajarme, estirar las piernas y asegurarme de estar lo mejor preparada posible para el entrenamiento del día siguiente.
Obviamente, la actividad que más atención despertó es el club de crochet, liderado por Abby Dow. No puedo decir que sea miembro del club, pero solía estar al lado de Abby en el vestuario cuando estábamos en la pretemporada, y recuerdo que me habló por primera vez de querer hacer crochet y llevarlo a las Red Roses. Ahora logró armarse un espacio increíble con eso, y además lo comparte con jugadoras del equipo rival. Es genial ver cómo Abby pudo poner su pasión junto al rugby, y realmente mostró un costado suyo que antes no conocíamos tanto.
También hay otras jugadoras que hacen mucho por nuestra cultura, como Jess Breach, Maud Muir y May Campbell, pero cada una, a su manera, aporta para que este ambiente sea positivo. Al ser una RWC, siempre va a haber decepción en los momentos de selección porque todas quieren jugar, pero todas son muy generosas en apoyarse mutuamente en el rol que les toque y en asegurarse de levantarnos unas a otras antes de cada partido.
De hecho, este miércoles vamos a tener una “noche de spa” en la que todas vamos a llevar mascarillas faciales, nos pondremos pijamas y bajaremos a la sala del equipo a mirar una película juntas. Son momentos como ese, fuera de la cancha, los que realmente nos unen y hacen que, cuando entramos al campo, podamos ir a la batalla juntas.
Fue increíble compartir este camino con mi prometida y compañera de equipo, Marlie Packer. Ella aporta una energía muy positiva y, obviamente, es un gran valor para las Red Roses. No solo es mi prometida, también es una de mis mejores amigas, y eso es lo que lo hace tan especial: podemos crear muchos recuerdos juntas. Lo que también tiene algo único es que en los entrenamientos vamos muy fuerte la una contra la otra, y hay gente que lo encuentra un poco raro, pero en realidad lo hacemos porque queremos sacar lo mejor de cada una como jugadoras. Así que no tiene sentido tratarnos con demasiada suavidad; se trata de asegurarnos de prepararnos de la mejor manera para entrar a un partido.
Ya pasado nuestro tiempo de descanso y recuperación a principios de la semana, ahora se trata de asegurarnos de estar muy concentradas en los nuevos detalles de cara al partido contra Francia, porque nuestra táctica cambiará un poco. Estamos muy emocionadas por jugar el fin de semana; Le Crunch es un partido enorme en el Seis Naciones, y poder vivirlo en una Rugby World Cup, frente a un estadio lleno, va a ser aún mejor.
La gente fue increíble en lo que va de este torneo y la sentimos como nuestro jugador número 16. Desde el momento en que subimos al micro, cuando vemos a los hinchas caminando por la calle y saludándonos camino al estadio, hasta tenerlos formados esperándonos cuando bajamos, es una sensación realmente especial. Nos levantan más de lo que ellos mismos se imaginan.
Salir a la cancha en un día de partido con entradas agotadas es algo verdaderamente único. Estás parada al lado de tu rival en el túnel y se siente calma, pero también un montón de nervios.
Es difícil de describir, pero apenas empezás a caminar con alguien adelante tuyo y alguien detrás, sabés que estás por entrar en batalla. Se te eriza la piel cuando explotan los fuegos artificiales y escuchás a toda la multitud gritar, sintiendo cómo todos se ponen de pie. Es una sensación que desearías poder guardar para siempre.
Cuando se trata de cantar el himno nacional, siempre trato de encontrar a mi mamá y a mi papá en la tribuna. Están conmigo en este camino desde el principio, desde mi primer test.
Todavía recuerdo estar ahí en mi debut, con la pequeña mascota llamada Rory, en brazos, cantando el himno con ellos. Ese momento nunca se me va a borrar. Cada vez que me toca cantar el himno y ellos están en la tribuna, siempre vuelvo a ese primer partido con Inglaterra; a por qué hago lo que hago y por qué sigo acá hoy.
Ojalá tenga la oportunidad de vivirlo otra vez este fin de semana, pero de cualquier manera todas estamos con muchas ganas de sentir el apoyo de nuestro jugador número 16 en Ashton Gate este sábado.
Rosie